Una cosa que es cierta es que los ácaros domésticos del polvo son animales que viven en nuestro entorno habitual sin que podamos verlos, debido a su reducido tamaño. Se alimentan de restos de piel, que rompen en pequeñas partículas para poder ingerir.
La pregunta sobre si los ácaros pican es bastante frecuente, sobre todo entre personas que padecen alergia que se manifiesta en la piel. La respuesta a la pregunta nos la responden nuestros amigos especialistas del portal alergólogos en Mérida y es sencilla: los ácaros del polvo no pican. No es solo que no lo hagan, es que no pueden hacerlo por su anatomía. No están equipados para ello.
Los ácaros son una de las causas más importantes de alergia. Se puede limitar la presencia de estos animales en el hogar adoptando las siguientes estrategias:
Dejar los suelos de madera o azulejos al aire, sin cubrirlos con moquetas ni alfombras.
Instalar cortinas fáciles de limpiar.
Elegir preferentemente mobiliario de piel, plástico o vinilo en lugar de elementos tapizados.
Limpiar los cojines, peluches, cortinas y muebles tapizados con frecuencia, bien lavándolos a temperatura elevada, bien recurriendo a un aspirador.
Emplear un aspirador con un filtro HEPA (siglas de ‘high efficiency particulate air”), ya que atrapa más ácaros del polvo que los aspiradores convencionales.
Utilizar protectores de colchón, almohadas y edredones adecuados para personas alérgicas.
Limpiar las superficies frecuentemente con un trapo limpio ligeramente humedecido, evitando limpiar el polvo en seco, ya que esto solo sirve para dispersar el polvo en el aire.
Por otra parte, se recomienda concentrar estos esfuerzos para mantener los ácaros a raya en los lugares de su hogar en los cuales pases más tiempo, tales como la habitación y el salón.
Si no hay picadura… ¿Qué le pasa a la piel?
Existen diversas hipótesis respecto a la reacción alérgica de la piel a los restos de ácaros en el ambiente. Una es la hipótesis “de dentro a fuera” y la otra se traduce como “de fuera a dentro”.
La primera de estas teorías plantea que el sistema inmunológico del paciente reacciona de manera exagerada o inadecuada a estímulos normales. Es un problema del propio organismo que se manifiesta en el exterior (en la piel, en la dermatitis): “de dentro a fuera”.
En 2006, la publicación de una nueva investigación asociaba una deficiencia en una proteína denominada filagrina con la dermatitis atópica. Actualmente, se calcula que entre el 20 y el 30 por ciento de las personas con dermatitis atópica tienen deficiencia de filagrina, que se encuentra en la capa más externa de la piel: “de fuera a dentro”. La hidratación de la piel es importante porque, según esta segunda teoría, hay un problema en el sistema de barrera de la piel. Si este se rompe con mayor facilidad, las sustancias que desencadenan la alergia entrarán en contacto con la piel con mayor facilidad.
Más adelante se desarrolló el planteamiento de que en realidad la reacción del sistema inmunológico y las deficiencias en la barrera son dos caras de una misma moneda. Desde este punto de vista, la molécula CD1a, que pone en contacto los estímulos con las células T (del sistema inmunológico) es clave.
Además, se ha visto que la filagrina es más que parte de la barrera cutánea. También tiene efectos antiinflamatorios, de modo que las personas con deficiencia de esta proteína son más vulnerables a la inflamación. De hecho, se ha documentado que cuando se añade filagrina a muestras de piel expuestas a ácaros se puede modular la respuesta inmune.
El análisis de diversos análisis en este campo ha llevado a la conclusión de que hay elementos ciertos en ambas teorías. Retomando nuestra pregunta inicial, la picadura de ácaro no es un elemento en la ecuación que constituye la alergia