El 15 de julio, intensas lluvias afectaron el noreste de EE. UU., provocando inundaciones repentinas que se saldaron con la muerte de dos personas en Plainfield, Nueva Jersey, cuando su vehículo fue arrastrado por una corriente súbita de agua.
Las precipitación caídas por encima de 2 pulgadas (5 cm) en una hora colapsaron sistemas de drenaje en Nueva York, saturando estaciones del metro, lo que llevó a interrupciones del servicio y evacuaciones. En Pensilvania, particularmente en el condado de Lancaster, se registraron hasta 7 pulgadas de lluvia (18 cm) en el mismo periodo, con 16 rescates por inundaciones, según informaron las autoridades estatales.
El gobernador Phil Murphy declaró estado de emergencia en Nueva Jersey para facilitar la movilización de recursos, mientras que las autoridades de la ciudad de Nueva York recomendaron a residentes evitar trayectos innecesarios. Las emergencias incluyeron explosiones por acumulación de agua en instalaciones subterráneas.
Estos eventos reflejan un patrón creciente de lluvias intensas en zonas urbanas, lo que genera presión sobre infraestructura obsoleta. Especialistas advierten que el derretimiento acelerado provocado por el cambio climático hace más comunes estos fenómenos, subrayando la urgencia de modernizar los sistemas de drenaje y transporte urbano.